Tuesday, December 6, 2005

La Suerte de los Mocos

La literatura ha sido una herramienta valiosa para explorar diversidad de temas. Proust se metió por el lado de la memoria, Hemingway, la virilidad, no sé en qué se metió Flaubert... en fin... Aparentemente todos los temas han sido tratados desde distintos ángulos. Me puse a divagar qué temas no se habían tocado, llegando en mi incompleta y superficial pesquisa, que casi siempre son aquellos engorrosos y desagradables, pero completamente naturales... Empecé a pensar en el pedo, pero ya Cortazar se metió por ahí y también el poeta Quevedo se me había adelantado... De repente, las ya casi olvidadas Musas del Parnaso, me enviaron un chorro de inspiración que puso sobre mi el esquivo tema de los mocos. Con esto en mente, me dispongo a escribir sobre ellos.

Me interesa saber cómo la gente maneja su cuota de mocos. Cada cual debe tener sus protocolos, modales y reglas, para manejar con dignidad estos regalos nasales. Cuál será la suerte de los mocos? Adónde irán a parar? Me interesa saberlo ya que nadie comenta al respecto. No he conocido un manual de urbanidad, donde se ofrezcan sugerencias de qué hacer con ellos... en fin empezaré por la etapa bucal, y en esta y en otras, estoy seguro más de uno se verá si no identificado, por lo menos reflejado.

Yo?

Me los como.

Cuando nadie me mira, con ligereza y dedos de Rey Vallenato me rebusco y en un dos por tres, me los meto a la boca. Guácatela!!! Y eso es cuando estoy en un ambiente público, donde hay que actuar como quien no quiere la cosa; hay veces en que me invento rasquiñas, canciones esporádicas con el sólo pretexto de poder meter el cucharón y encontrar la presa. Cuando estoy solo, ahí sí me paseo por los innumerables callejones una y otra vez y con una parsimonia de jirafa me los saboreo a escondidas. Es un talento que he afilado desde mi infancia, y aun considero que me falta mucho por aprender.

Y sé que no estoy solo en esto. El mismo cuerpo crea sus momentos donde detiene el tiempo, y la gente se vuelve como estúpida. Sonámbulos miran el televisor, la pantalla de cine, el cielo, el periódico, lo que sea... y entra el espacio muerto donde embobados, se les salen las babas y se sacan los mocos y automáticamente se los meten a la boca sin darse cuenta de nada. Solo con hipnosis podrán darse cuenta y encontrar la salvación.

Mientras que para unos los mocos son una experiencia culinaria, para otros es la oportunidad dorada de volver a la clase de manualidades. Motricidad fina y gruesa dependiendo del tamaño del bicho. Amasan esa bola con frenesí únicamente usando la yema de los dedos. Al comienzo una masa uniforme multicolor que con amor y dedicación se convierte en una bolita maciza color mugre. Y aquí viene la cuestión: qué se hace con la bolita de moco? He visto a unos que se la dan de exclusivos, y se desprenden de sus mocos como si fueran hijos bastardos. Ni los vuelven a mirar.

Otros extravagantes se los huelen, como si fuesen florecitas tibias sin gracia, que se marchitan con cada suspiro. A qué huelen los mocos? Me parece una paradoja, si están ubicados dentro de la nariz, no es más fácil olerlos allá adentro? Quizás sea una reacción química con los dedos el que suelta la magia. Otros perezosos, los dejan pegados como chicles en sitios inoportunos. Ni siquiera tienen la decencia de aplicarles una forma geométrica reconocible. No! Expresionistas abstractos que echan su brochazo explayado por aquellas superficies susceptibles al tacto. Otros, ni se mosquean por manipular manualmente a los condenados, utilizan sus narices como cañones y los expulsan como proyectiles a gran velocidad que más de una vez quedan ametrallados en espejos y paredes.

El tabú contra la sacada de mocos, creo que viene desde la infancia. Todos desde niños tuvimos la curiosidad, y posiblemente fue corregida como si fuese cuestión de ser derecho o zurdo. La diestra, la siniestra; la buena o mala educación. Qué diría Freud? Cada cual baila su cumbia a su ritmo; de la misma forma, cada cual maneja su cuota de mocos como le venga en gana. La verdad es que todos tenemos que hacer algo con ellos tarde o temprano. Y ojo, es posible que sepa cómo otros lidian con sus bichos, pero esté atento, que quizás otros sepan cómo usted lidia con los suyos. De esto nadie se escapa.

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