Tuesday, October 4, 2011

De Torticolis y Miopías


¿En qué momento el imaginario de Colombia dejó de ser “cafetero-bambuquero” para terminar identificándose con la cumbia, el vallenato y el sombrero vueltiao? Por qué razón la arepa, el ajiaco, las orquídeas, el cóndor o el sanjuanero no se han consolidado como imágenes o himnos representativos del país y sí lo han hecho los símbolos caribeños?  El imaginario de Colombia ha cambiado drásticamente; en mi niñez fui adoctrinado y convertido en una especie de Sommelier ambulante, hablando bellezas del café colombiano, a pesar de que jamás en mi vida había visto un arbusto de café y de hecho prefería los bolis para apaciguar el calor. Tal fue la lavada de cerebro, que las empresas reclutaban “señoras del tinto” y un cachacón de bigote y ruana comenzaba a pasearse por todos lados con una mula (burra) promocionando a un país amable y hospitalario.  Todas estas imágenes eran lejanas y un tanto forzadas.

En 1982, mientras el país gozaba de su tintico matutino, en Oslo le otorgaban el Premio Nobel de Literatura a García Márquez.  La torticolis que sufrió Colombia fue tremenda, pues se vio obligada a voltear a mirar hacia donde nunca lo había hecho: hacia la “corronchera caribe”, que (tanto) se igualaba en el interior con falta de cultura.  ¿“Ala chatico, cuál es la alharaca que tienen esos corronchos”?

Y se abrieron las puertas de la represa. Las caricaturas de costeños que tanto adornaban conversaciones de andinos entre cafecitos, comenzaron a cobrar vida e invadir el altiplano cundiboyacense.  El costeño de la serie “Dejémonos de Vainas”, al igual que “El Flecha” dejaron de ser exóticos, para empezar a multiplicarse por todos lados.  Telenovelas  como “Caballo Viejo”, “Música Maestro”,“Gallito Ramírez”, y “Guajira” entre otras, reforzaban el imaginario costeño, así fuese recreando caricaturas,  haciendo terapias de lenguaje a punta de ¡“ajás”! y “eches”, y enfatizando todo tipo de clichés.  El vallenato, incluyendo el llorón- comenzaba a desplazar la música de carrilera, bambucos, y pasillos, mientras una mitología creada alrededor de burras, pereza, corrupción y alegría, se empezaba a negociar con la realidad.  Los del interior poco a poco comenzaban a civilizarse y a comprender otros acentos, interesarse por conocer el mar y chapearse,  provocando así nuevas maneras de verse a sí mismos.

Bogotá quiso con su llovedera, parecerse a Londres y se tuvo que conformar con una ola caribe que la envolvería, sacudiría y transformaría para siempre.   Hoy en día, sin querer queriendo, el Jet Set del interior se suda sus guayaberas almidonadas en Cartagena y Santa Marta, visita el Carnaval vestidos de capuchón y afina su oído en el Festival Vallenato. La miopía regional cada vez se aminora; la “nevera” -Bogotá- ya no es tan fría, los cachacos, palomas y gatos andan en manadas aparte, desmoronándose así todo un imaginario acartonado y muchas veces desactualizado, de lo que somos o creemos que debemos ser.

Conchita – la mula- se quedó sin camello, la marca artificialmente creada de “Colombia es Pasión” se quedó sin gasolina, el café sin mercado, las orquídeas muy lindas–pero aburridas-, el cóndor en peligro de extinción, dejando un vacío en el imaginario nacional, que lo llena de manera natural y sin pretensiones un sombrero vueltiao y la cadencia de los ritmos caribeños como la cumbia y el vallenato.

Monday, June 13, 2011

Pasantías Anticonceptivas

El anticonceptivo más eficaz es decir “No”;  éste mata automáticamente cualquier riesgo de enfermedad, así como la posibilidad de un embarazo, a menos que la dama sea la Virgen María. También reduce considerablemente el insomnio, las idas a la farmacia a media noche y ahorra cálculos matemáticos a partir de movimientos lunares. Decir “No” garantiza una tranquilidad por el placer del deber no cumplido.  

Existen múltiples métodos anticonceptivos (aunque ninguno tan efectivo como el “No”), como preservativos, píldoras, y otros más extremos como la ligadura de trompas y la vasectomía.  El preservativo se considera el método más popular y menos traumático a pesar de su 95% de efectividad en la prevención de embarazos…sin embargo, siempre está presente ese fantasma del 5% que puede aparecer en cualquier momento.

Para esfumar ese 5%, se está introduciendo un nuevo método bajo el nombre de “Pasantías Anticonceptivas”.  En qué consiste? En un retiro “espiritual” en donde jóvenes solteros(as) conviven junto a padres primíparos con su bebé. Los promotores de este revolucionario método garantizan resultados más duraderos que el “No” y afirman que las pasantías son más efectivas si se realizan en los primeros meses de vida del bebé, y sin ayuda alguna, sea de suegra, mamá, tío, enfermera o empleada.

Las preguntas más frecuentes de los aplicantes son:

-Cuales son los horarios? El día puede comenzar a las 2 o 5 AM, y terminar más o menos a la misma hora del día siguiente.
-Si tengo sueño pesado, debo traer mi alarma? No es necesario. La única alarma será el chillido inconsolable del bebé, activándose aproximadamente cada 4 horas y cuyas pilas nunca mueren.
-Cuales serán mis deberes?  Deberes misceláneos. Dormir al lado del bebé y asistir a los padres en todas las labores, que incluyen y no se limitan a: sacar los gases, cambiar pañales, dar tetero, lavar ropa y teteros, limpiar babas y buches, entretener y evitar que el bebé llore, dar masajes anti-cólicos, preparar la bañera y asistir en restregadas y secadas, cambiarlo varias veces al día, estimularlo, cuidar que la cabeza no se le ponga pancha y que no le entre frío por la molleja.  Esta rutina se deberá repetir una y otra vez, en distinto orden, durante al menos una semana. Además, de forma simultánea, se deberán realizar las labores básicas del hogar, como preparar los 3 golpes y limpiar el chismero, lavar y secar la ropa, hacer aseo general de baños y cocina, barrer, trapear y brillar los múltiples adornos de plata recibidos como regalo de matrimonio, entre otros. Ah, y si hay perro, habrá que llevarlo a hacer sus necesidades y sacarle las garrapatas.
-Hay algún requisito?  La pasantía está diseñada para aquellos(as) que coquetean con el “sí y el no”.  Se requiere sentido común y paciencia.
.-Qué efectividad tiene la pasantía?  200%.  Tres días son suficientes para borrar cualquier noción del tiempo; si es domingo o lunes es irrelevante.  Al quinto día, la falta de sueño, la rutina y los canticuentos empiezan a invadir el subconsciente, activando leves paranoias.  Al finalizar la semana, el curso ha surtido su cometido.  Se entra en contacto con otra dimensión de la realidad, en donde la causa y el efecto se ven en cámara lenta y con ojeras, generando así el anticonceptivo más efectivo del mundo.

Saturday, May 14, 2011

Viacrucis de un Hincha

Creo que fue a Miguel Bosé a quien alguna vez le escuché decir que “uno es de donde vivió su infancia”. Crecí en Barranquilla y desde niño fui hincha del Junior. No fue por ósmosis que me convertí, sino fue un proceso paulatino de varios años.
Mi papá me llevaba al Romelio a ver a los tiburones mientras lamía paletas multicolores y aprendía a entrenar la vejiga por lapsos de 45 minutos. Las trotadas de Elías Chegwin alrededor de la cancha, la emoción de cantar y escuchar el Himno de Barranquilla y la lluvia de insultos y mentadas de madre en el estadio, junto a uno que otro gol, adornan esas memorias de infancia.
Cuando ya tenía edad para comerme mi primer trío de butifarras sin supervisión adulta, las idas al Estadio tenían un atractivo especial. Era todo un suceso que se adornaba con cualquier triunfo del equipo tiburón. Junto a varios amigos, desarrollé la facultad de patearme partidos por radio y estar atento a las entrevistas y comentarios antes y después de los encuentros lo cual me permitía además tener tema de conversación y amistades futbolísticas por al menos una semana antes del próximo partido. Como bonificación, ser juniorista me daba carta blanca para escaparme de ir a Misa los domingos. Coca-cola mataba tinto.
Si se perdía o se ganaba era de cierta forma irrelevante, ya que ser hincha del Junior incluía serlo también de Barranquilla. En estos últimos días amigos y conocidos me han preguntado si vi el clásico; yo pensaba que hablaban del fiasco de cuando perdimos contra Itagüí o Caldas, o el empate triste contra Jaguares.
Y no, se referían a los partidos entre el Barcelona y el Real Madrid. Me resulta curioso que ellos son ahora seguidores del Barcelona, Manchester United, Real Madrid, Inter, la Juve, equipos que en su gran mayoría sólo conocen por televisión, Wikipedia o Google. Me pregunto qué proceso hubo, qué ritual de iniciación se siguió para que se convirtieran en apasionados partidarios de esos equipos foráneos. Para Shakira fue fácil, su novio ahora juega en el Barcelona.
La mamá del Palomo Usurriaga será por siempre admiradora del Independiente de Avellaneda. Un argentino recorrió La Arenosa en Transmetro y le gustó tanto, que decidió convertirse por añadidura también en fanático del Junior. Algunos puristas del fútbol, hijos de mejor madre, dicen que son partidarios del Madrid o Barcelona ya que es agradable para la retina ver jugar a los equipos europeos.
Otros muy posiblemente de forma secreta se la tiran de ser hinchas para tener de qué hablar el lunes al llegar al trabajo o para justificar unas supuestas horas de almuerzo más largas disque atendiendo clientes. Para otros, propensos a la pastelería, les resulta más atractivo ser seguidores de equipos que ganan campeonatos y aparecen en la carátula de videojuegos. Sea cual fuese la razón, esta diáspora de nuevos fanáticos se la pasan siguiendo equipos que nunca han visto en persona.
Ser hincha del Real Madrid o del Barcelona es fácil. Serlo del Junior es más difícil; implica todo tipo de malabares para revivir una infancia perdida así sea por tan sólo noventa minutos a la vez…