Haciendo el recorrido de Este a Oeste en
Estados Unidos, me topé con una ciudad muy particular: Dogwasher. Es una
población pequeña de mayoría Republicana situada en las riberas del
Mississippi, tupida de banderitas de Estados Unidos en todas las esquinas y con
un imponente monumento a sus héroes caídos en la Guerra Civil. Goza de la menor tasa de inmigración de todo
el país (1%) y fácilmente hubiera podido pasar desapercibida, si no fuera por
la enfermiza afición de sus habitantes por Colombia.
La gente de Dogwasher es distinta a la del
resto de Norteamérica. Mike Williams, un hombre alto, blanco de ojos azules, se
ha tornado en una celebridad local, al convertir su casa en una versión del
Palacio de Nariño – o el Narino Palace– como le llaman ellos. De palacio no tiene nada, pero está llena de
retratos y recortes del Presidente Uribe, Kapax y Amparo Grisales. Mike vive
feliz y cada 20 de Julio ofrece un concierto de música country para celebrar la
independencia de Colombia. Todo el pueblo converge alrededor del palacio,
recogiendo firmas, para pedirle al mismísimo Santos que los visite. Es más, en el patio del palacio, tienen una
cría de mapaches como ofrenda, sin embargo, nadie en Presidencia se ha
manifestado al respecto.
Con el deseo de estrechar vínculos con nuestro
país, se creó la “Dogwasher-Columbia Chamber of Commerce” -“Cámara de Comercio Lava
perro-Colombia”- que ha dado excelentes resultados. Por un lado, se construyó
en el aeropuerto una terminal exclusiva para vuelos entre Dogwasher y Bogotá,
dado que la mayoría de sus habitantes se moría de ganas por visitar, turistear
y hacer compras en Colombia, ignorando las advertencias acerca de su inseguridad.
El riesgo de quedarse es alto y debido a una bien craneada campaña publicitaria
hordas de gringos madrugan y hacen fila a diario para visitarnos. Como parte de
la negociación del TLC, y por medio de fibra óptica, los habitantes de
Dogwasher gozan de acceso ilimitado a la Televisión Colombiana, con sus Jota
Marios y William Vinascos Che, deleitándose con toda esa farándula criolla que
tanto alegra los días a nuestros desempleados.
Influenciada por la televisión, la juventud de Dogwasher se pasea por
las calles con cueritos estilo “El Pibe, chancletas de Carlos Vives, mochilas
arawaks, mientras escuchan los álbumes de Shakira -sólo los de español- comen almojábanas
integrales y practican su Spanglish.
Producto de la presión de sus habitantes, se abrió
la primera franquicia internacional de “El Tremendo Guandú”. Su nombre cambió al “TG” conquistando el
paladar de la población con modificaciones a su menú tradicional: guanduladas
bajas en grasa y arropillas light. Y
para no quedarse atrás, la ciudad
bautizó sus calles, parques y centros comerciales en castellano ya que les daba un
poco mas de “status”: Park Bolivar,
Street de las Vacas, 20 de Julio
Avenue, entre otras…
Aparte de tener la aficion juniorista más grande
por fuera de Colombia (reforzada por las banderitas rojiblancas producto de una fiebre
juniorista mal cuidada) y aspirando a ser
nombrada como sede de los próximos
“Word Games”, se puede considerar a Dogwasher una ciudad hermana ya que mientras
allá quieren ser colombianos, aca queremos ser gringos; del mismo modo y en
sentido contrario como dijo una sabia señorita Antioquia…