Wednesday, July 31, 2013

Dejavú en Dogwasher, USA



Haciendo el recorrido de Este a Oeste en Estados Unidos, me topé con una ciudad muy particular: Dogwasher. Es una población pequeña de mayoría Republicana situada en las riberas del Mississippi, tupida de banderitas de Estados Unidos en todas las esquinas y con un imponente monumento a sus héroes caídos en la Guerra Civil.  Goza de la menor tasa de inmigración de todo el país (1%) y fácilmente hubiera podido pasar desapercibida, si no fuera por la enfermiza afición de sus habitantes por Colombia.

La gente de Dogwasher es distinta a la del resto de Norteamérica. Mike Williams, un hombre alto, blanco de ojos azules, se ha tornado en una celebridad local, al convertir su casa en una versión del Palacio de Nariño – o el Narino Palace– como le llaman ellos.  De palacio no tiene nada, pero está llena de retratos y recortes del Presidente Uribe, Kapax y Amparo Grisales. Mike vive feliz y cada 20 de Julio ofrece un concierto de música country para celebrar la independencia de Colombia. Todo el pueblo converge alrededor del palacio, recogiendo firmas, para pedirle al mismísimo Santos que los visite.  Es más, en el patio del palacio, tienen una cría de mapaches como ofrenda, sin embargo, nadie en Presidencia se ha manifestado al respecto.

Con el deseo de estrechar vínculos con nuestro país, se creó la “Dogwasher-Columbia Chamber of Commerce” -“Cámara de Comercio Lava perro-Colombia”- que ha dado excelentes resultados. Por un lado, se construyó en el aeropuerto una terminal exclusiva para vuelos entre Dogwasher y Bogotá, dado que la mayoría de sus habitantes se moría de ganas por visitar, turistear y hacer compras en Colombia, ignorando las advertencias acerca de su inseguridad. El riesgo de quedarse es alto y debido a una bien craneada campaña publicitaria hordas de gringos madrugan y hacen fila a diario para visitarnos. Como parte de la negociación del TLC, y por medio de fibra óptica, los habitantes de Dogwasher gozan de acceso ilimitado a la Televisión Colombiana, con sus Jota Marios y William Vinascos Che, deleitándose con toda esa farándula criolla que tanto alegra los días a nuestros desempleados.  Influenciada por la televisión, la juventud de Dogwasher se pasea por las calles con cueritos estilo “El Pibe, chancletas de Carlos Vives, mochilas arawaks, mientras escuchan los álbumes de Shakira -sólo los de español- comen almojábanas integrales y practican su Spanglish.

Producto de la presión de sus habitantes, se abrió la primera franquicia internacional de “El Tremendo Guandú”.  Su nombre cambió al “TG” conquistando el paladar de la población con modificaciones a su menú tradicional: guanduladas bajas en grasa y arropillas light.  Y para no quedarse atrás,  la ciudad bautizó sus calles, parques y centros comerciales en castellano ya que les daba un poco mas de “status”: Park Bolivar,  Street de las Vacas,  20 de Julio Avenue, entre otras…

Aparte de tener la aficion juniorista más grande por fuera de Colombia (reforzada por las  banderitas rojiblancas producto de una fiebre juniorista mal cuidada) y aspirando a ser   nombrada como sede de los próximos “Word Games”, se puede considerar a Dogwasher una ciudad hermana ya que mientras allá quieren ser colombianos, aca queremos ser gringos; del mismo modo y en sentido contrario como dijo una sabia señorita Antioquia…