Thursday, November 29, 2012

De Miopías y otros Demonios


Tuve una Epifanía. De repente, descubrí que poseía un talento que se había escabullido y escurrido entre las ranuras de mi conciencia por más de veinte años. Pensándolo mejor, más bien era un anti-talento. La manera como se manifestó fue específica y nebulosa al tiempo… y me remontó a una conversación que tuve con mi papá hace varios años, en donde nos burlábamos de la decisión de Coca Cola de vender agua embotellada. Esa era para nosotros una idea completamente ridícula, viviendo en una ciudad como Barranquilla, en donde la manguera y la pluma eran las vías más expeditas para saciar la sed, dejando a un lado cualquier necesidad de botellas de plástico… este es el momento de la Epifanía. Descubrí que tenía el talento para no poder prever las modas o inventos que modificarían la manera como generaciones futuras tomarían agua. No tenía la fe, visión o las capacidades oraculares para divisar adelantos y modas que cambiarían el futuro. Hoy, cuando millones de botellas plásticas flotan y se descomponen en los océanos, me doy cuenta de lo errado que estaba.
A pesar de mi incapacidad para adivinar el porvenir, he mantenido una morbosa afición por todas aquellas lecturas de cartas astrales, bolas de cristal, líneas de la mano y de personajes como Nostradamus y Alvin Toffler. ¿Cómo predecir el futuro? ¿Cómo saber qué ideas se impondrían? Un ejemplo reciente es Twitter. Apenas supe del invento, pensé que iba a fracasar estrepitosamente… ¿Qué tipo de comunicación efectiva se podría tener con solo 140 caracteres? Mi infancia barroca llena de letras de vallenatos y poemas de Whitman evitaba concebir una limitación de ese tipo. Era forzarse a pensar en haikus, que sin demeritar el género, no brindaba la flexibilidad necesaria para expresar el caos habitual del día a día. Error craso. Twitter ahora tiene aproximadamente 500 millones de usuarios. Hoy en día, presidentes y expresidentes, cantantes, artistas, modelos y desocupados piensan y rebotan sus embriones de ideas en tan solo 140 caracteres. Y el mundo los sigue.
Miro hacia atrás y veo que mi anti-talento ha tenido un 100% de efectividad. Al conocer el sushi vaticiné que en varias semanas todos los restaurantes japoneses quebrarían en Occidente. Ese plato contaba con muchos prerrequisitos: la necesidad de disponer de pescado crudo y fresco, capacidad motriz para dominar el comer con palitos y soportar el wasabi sin estornudar. ¡Que equivocado estaba! Hoy en día el sushi se ha internacionalizado y popularizado. Los maki rolls se comen con tenedores e infinidad de salsas, y hasta ha figurado como el plato favorito de muchas reinas del Carnaval, desplazando a la mojarra frita y, quién creyera, al arroz con coco y al patacón.
Así como el sushi, Twitter y el agua embotellada, inventos que en mi forma de ver habían nacido muertos, tal como la pizza hawaiana, los libros digitales, cigarrillos eléctricos, la cerveza sin alcohol, el reguetón, la muñeca en la camiseta del poderoso Junior y hasta Shakira cantando en inglés continúan gozando de popularidad y aceptación mundial, reafirmando el hecho de que el romanticismo y el exceso de confianza en la tradición son los mayores obstáculos para poder imaginar el potencial y la fuerza de ideas aparentemente descabelladas.