Thursday, December 28, 2006

A Punta de Gaseosas

Como tuve oportunidad de contar en un pasado articulo, soy experto haciendo filas; actividad a la que reconozco le he “cogido el gustico””, y que me permite autocalificarme como filo-sofo, en el peor sentido de la palabra. Esta fila-sofia que muchos consideran un sadismo no la he adquirirdo teniendo en mente el entrenarme prematuramente para la vida de pensionado. Sino por las vivencias unicas que esta actividad permite y de la cual nunca podran gozar nuestros flamantes VIP. Recientemente he tenido que gestionar una visa y con gran alegria me percate que el pasaporte no tenia paginas libres y que tendria la fortuna de participar en las colas previas a la sacada de un nuevo documento en Barranquillla. Confieso que los comentarios positivos sobre la amabilidad y eficiencia de los funcionarios que atienden la oficina me entusiasmaron ya que segun lo que comentaron varias personas “No tendras que hacer fila y en un dos por tres te entregaran uno nuevo.”

A decir verdad, las experiencias mas emocionantes, reconfortantes y didacticas en todos los sentidos es el paseo para obtener documentos publicos, ocupando en el primer lugar la odisea para obtener la cedula en Barranquilla. Y no lo digo en un sentido ironico, aunque es el que mas aflora en mi mente. Lo digo en un sentido casi sublime, bello, en donde por fin, y por lapsos, se puede ver el arbol entero de relaciones entre los ciudadanos que buscan el preciado documento.

La sacada de cualquier documento publico en Colombia siempre trae recuerdos. Anoro esas madrugadas tibias sentado en un bordillo mientras la fila, un cienpies gigante, avanzaba al ritmo de un merecumbe imaginario inspirado en las procesiones de Semana Santa. El sonido del aire acondicionado goteando con timidez en la esquina de un recinto. La astucia requerida para cuidar con desconfianza los puestos en la fila mientras se revisan con recelo una y otra vez los requisitos, fotocopias, papeles organizados en una carpeta. Todas estas vivencias, los pasabocas accidentales consumidos en ayunas y la satisfaccion del deber cumplido se estampan en el subconsciente, actuando como mecanismo de defensa para nunca, nunca perder ese documento por el que se hizo tal sacrificio.

Me contaban que sacar un documento de uso publico en el 2006 era completamente distinto al proceso de sacarlo en 1995. Con la intencion de verificar la efectividad de los nuevos procesos administrativos, no madrugue tanto. La noche anterior fanteseaba con un recinto como el de las peliculas de Kubrik, higienico, moderno, austero, silencioso, eficiente. A las ocho de la manana me encuentro frente a la oficina de pasaportes, y un personaje sudado pero bien presentado se ofrece a brindar informacion. (Se desconfia inmediatamente: que quiere? Por que tan amigable? Ojo, fijo te va a clavar con alguna vaina rara Un chanchullo…Tendre una cara de perdido tan delatadora?) A pesar de todas las alarmas hay algo que me dice que ha hecho esto muchas veces Tiene una camisa azul, y una corbata como de cuero de iguana. Existe una temperatura de cuarenta grados, y como mama ganso-guia de turismo experimentado expone todos los posibles obstaculos y ofrece todas las soluciones a estos. Sin querer queriendo,termino sacando las fotos fondo blanco donde el primo del guia y las fotocopias necesarias con su hermano menor y tomandome una gaseosa en la tienda de su mama antes de entrar a la oficina de pasaportes.

Con la armadura de fotos y fotocopias ya lista estoy por aventurarme a obtener el tan anhelado documento. En esas se me acerca el otro primo del man de la camisa azul. Me dice que le de para las gaseosas y asi ahorrarme una fila de una hora para hacer la consignacion necesaria. Gaseosa vs. fila Fila vs. Gaseosa. Gaseosa vs. Fila. Ya un poco sudado, la pienso, y sucumbo ante la tentacion facil de dar para “las gaseosas” a pesar de mi aficion por hacer colas. Soy culpable, me siento culpable por no hacer mis filas con dignidad y sucumbo ante la propuesta del primo. Impavido, veo como la maquinaria se mueve: del anonimato salen primos, tias, sobrinas y en cinco minutos tengo mi volante de consignacion. Pan salido del horno, engrasado por mi complicidad. Muy mal, ya con ese volante de consignacion, con que se esfuman todos los debates morales y se entra al recinto donde se empieza el proceso final. Me dan la ficha 65, y apenas van por el 41.

El recinto es cuadrado. Tiene una columna en el medio, y el aire acondicionado al parecer no funciona; aunque aun no esta goteando. Creo que el cuarto tiene las medidas reglamentarias para una mesa de Ping-Pong. Hay cuatro ventanillas, con matronas diligentes y cordiales. Solo veo un computador, y detras unas ninas pegando hojas con pegastick. Una de las matronas de ventanilla ruega el favor de mantener silencio para agilizar el proceso de poner huella, verificar datos etc… mientras tanto en el salon ninos lloriquean, se echan chistes, gente comenta acerca de requisitos faltantes, fichas ya mencionadas y todos estan pendientes de los primiparos que entran por la puerta. Al fondo del cuarto, hay un fotografo con un kimono azul tomando fotos a ultima hora, al lado de un saco, una camisa y una corbata que en alguna epoca vistieron a un Ano Viejo o a Joselito Carnaval. Entra la dicharachera servidora de tintos, quien como perro en misa se pasea por las ventanillas y a cada uno les sirve su tinto personalizado. Hay aproximadamente cuarenta personas en el cuchitril y la temperatura va aumentando. Al cabo de una hora, de poner mis huellas varias veces, de deletrear mis apellidos, de firmar en unas libretas grandes, al fin me entregan el documento. Fresco. Salido del horno, con nostalgia dejo atras a la tribu hambrienta por el mismo requisito.

Salgo del recinto. Me despido con una alzada de la barbilla del man de la camisa azul, y su primo el fotocopiador. Veo el mansito de “las gaseosas, quizas buscando mas gaseosas…tendra mucha sed pienso yo. Pienso en Kubrik, en la era de los computadores, la Inquisicion y salgo con el saborsito en la memoria de haber probado algo nuevo. Haber sido complice y critico de la misma maquinaria responsable de forjar mi identidad ante el Estado. La revolucion de los sistemas computarizados se trunca y es derrotada por la aficion a las gaseosas, a las fotocopias, filas y de todo de lo que vive en las “unidades de soporte” de nuestras entidades publicas. Al terminar mi travesia, con el sentimiento de culpa del deber cumplido, lo unico que se pasa por mi cabeza es fantasear acerca de la tomada de gaseosas en los anos por venir.