Sunday, August 20, 2006

La Insoportable levedad del ser pintor

El pintor es un masoquista que se para todos los días al frente de un espejo opaco esperando ver si aparece su reflejo en un momento de lucidez. Es masoquista, ya que sufre buscando su imagen esquiva entre los pliegues de la pulida y lisa superficie. En esas se puede quedar toda la vida, empuñando su pincel, buscando como un Rodrigo de Triana el esquivo momento mágico.

Para colmo de males, la parte que nubla más la profesión de pintor no es eso, sino todo lo que ocurre casi siempre al terminar de pintar. Algunas preguntas frecuentes creo que le añaden unas gotas de limón a esa profesión. Voy a tomar la vocería del combo de manera arbitraria y hablaré de esas preguntas o comentarios insolentes e inocentes que nos tiran de vez en cuando, los cuales a veces los respondemos con una sonrisa, pero en el fondo podemos sentir la tembladera, el hervor de la sangre calentándose y el esfuerzo para aplacar nuestra transmutación en el Hombre Increíble. Ahí van siete de los comentarios más pringamoceros que le toca soportar a los pintores y algunas sugerencias que me permito hacerle a nuestros admiradores, críticos o eventuales contertulios:

1. Por favor, absténganse de decir: “Hay que comprarle el cuadro ahora ya que en unos años será famoso e inalcanzable”. Muchas veces los que dicen eso, no compran nada... creen que por hacer esos comentarios se nos va a rebosar el ego. Crear esa expectativa no tiene un valor marginal. Nos dicen la misma vaina una y otra vez _yo creo que la he oído cientos de veces en varios idiomas- y en esas nos hacemos viejos y quien quita que más pobres. Yo tengo una lista de los que me han hecho el mismo comentario, y por ahí deambulan sin bajarse del bus. Entonces, quién los entiende.

2. Por favor tampoco repitan la historia trillada de que “hay que matar al artista o esperar que muera para que el cuadro valga algo”. No es necesario enfatizar que la obra va a valer más cuando estemos muertos. No importa. Para comenzar, ya es importante y valiosa, porque es un objeto que nos sobrepasará en el tiempo. Tampoco es chistoso. Uno sólo se ríe para seguirles la corriente y rezar para que alguien que posea un cuadro de uno no se le dé por darnos un trancazo fatal para valorizarlo.

3. Les ruego abstenerse de saludarnos efusivamente, diciendo: “¡Ahí va el próximo Picasso!”; “¡Qué dice el próximo Botero!”. La verdad, es un honor que a uno lo confundan con Picasso, Botero, y lo pongan en esa categoría. Muchas veces dicen Picasso y Botero, porque no conocen a otro pintor. Y casi siempre conocen aquel que está haciendo billete duro; nunca mencionan artistas pobres pero buenos. No he oído a alguien decir: “¡Ahí viene el próximo Figurita!”. Personificarnos con uno de esos pintores exitosos, parece ser lo mejor que nos pueden decir; pero la verdad, es que no es así. Esos profetas tampoco compran.

4. Y qué tal la preguntadera acerca de la “inspirada”. ¿Cuéntame cómo te inspiras para pintar esas locuras? Acá me puedo emproblemar con la gente del gremio, pero voy a meter la pata hasta el cuello. Cada vez que me dicen eso, nos convierten en seres mágicos e interesantes y hasta locos. Se asume que el artista se inspira y pinta. El resto del tiempo está rascándose la barriga, tomando frías en la esquina, durmiendo, etc. La verdad, es que la inspirada viene a punta de trabajo. Me atrevo a decir que uno siempre está trabajando (pero no como Uribe). Se trabaja despierto, se trabaja soñando, se trabaja pasándola en un Carnaval, se trabaja en el estudio pintando y se trabaja en el simple “estar”. Muchas veces más que un banquero de Wall Street: La única diferencia es que a nosotros sí nos gusta lo que hacemos y que no perjudicamos a nadie con nuestras acciones.

5. “Oye, pero fírmame el cuadro”. “Que la firma se vea porque si no, no vale nada”. Esa parte sí me parte el corazón. La gente al fin hace el esfuerzo de comprar una obra, y espera que se la dañen con una firma bien grande. Muchas veces los cuadros están firmados por detrás, pero parece no ser suficiente... en todo caso, la firma grande al frente está de más. ¡Eso ya es farándula! Se le tiene una confianza extrema a la firma, más que al mamarracho pintado. Las firmas sólo valen en los cheques, siempre y cuando no sean chimbos.

6. “¿Será que puedes ir a mi casa, para que veas el color de las paredes, los muebles, la alfombra, y puedas hacer un cuadro para la pared del comedor?” No somos decoradores. Repito, no somos decoradores. Hacer un cuadro para que pegue con la alfombra es hacer una propuesta indecente. Es casi prostitución. Para nosotros es muy fácil caer en la tentación, ya que el flujo de caja aveces no es constante. Pero deja mucho que desear exigir que el cuadro pegue con algo que no tiene por qué cazar.

7. “Échame la historia del cuadro, maestro”. Uno como artista, habla mucha paja, y más cuando lo tildan de maestro. Eso es darnos cuerda a soltar la lengua y la imaginación e inventarnos un paquito. Maliciosamente he echado varias historietas verdaderas y contradictorias del mismo cuadro y me las invento en el acto. Puedo asegurar que todas son verdad y todas son mentira al mismo tiempo. Los cuadros tienen vida, y muchos creen que es la vida impuesta por el creador y no confían en la vida que pueda tener el cuadro por sí solo, o más aún, en cada cual. Me he visto diciendo carretas, como las que me echaba mi mamá para hacerme dormir, con la única diferencia que al hacerlo frente a un cuadro los oyentes no se duermen, sino que comienza a fantasear más y más. Es un círculo vicioso, parece un circo y uno está en medio de todo echando el cuento.

Soy consciente que casi siempre esos comentarios se hacen con los mejores propósitos. Pero atrocidades se han forjado a punta de buenas intenciones. Para cualquier pintor, el que alguien valore, le saque placer, que vibre con lo que uno hace, es meritorio. Sentirse y que se sientan identificados con la obra es importante y es algo que nos llena de recocijo, siempre y cuando al final no nos agüen la pajarilla haciéndonos las preguntas o propuestas descritas

3 comments:

Maria Angelica Franco Frias said...

Pero como has estado de activo, te ha rendido mi vale...
De paso echale una ojeada al mio, encontraras cosas nuevas.
Por cierto, ya que mencionas a Figurita, que viva Cecilia Porras!
MARIA A.

Ago Zalsa said...

Estimado Gonzalo,

Recibe un cordial saludo. Todo lo que dices es cierto y para una persona que esta por fuera del mundo del artista es muy dificil entenderlo. El hecho de hablar de estas cosas si tienden a darle con un bate a la personalidad del pintor hasta acabarla. El arte deja de ser arte cuando se vuelve un negocio. Las obras no son acciones ni apartamentos, no se compran buscando una valorizacion ni una rentabilidad. O, acaso cuando uno compra un cuadro pregunta cual se han valorizado tus cuadros en el mercado en los ultimos 5 anos?


Lo que mas me gusto fue la parte que dice, "La unica diferencia es que a nosotoros si nos gusta lo que hacemos y que no perjudicamos a nadie con nustras acciones". Para mi es valor lo que le hace falta a la gente, valor para sacar lo que realmente llevan a dentro y para las vocaciones que cargan.

Seguire leyendo y seguire comentando.

Saludos,

Ago Zalsa

Lazy Genie said...

En mi opinion la gente no siempre entinede las consecuencias de sus palabras..las palabras se utilizan mas como un medio de romper un silencio incomodo, de cortesia, de inseguridad...o de aun mucho mas inseguridad (perro que ladra no muerde). Sin ir tan alla como el analisis de un comprador de arte hacia su vendedor artista...el "hola, como estas?" de todos los dias nunca siginifica lo que le gente esta diciendo...la gente no quiere saber en realidad "como estas", por eso mismo uno siempre responde con el cortez "bien y tu" que significa lo mismo que el "como estas"...en fin...la conversa podira extenderse...asi que sera en la proxima "juntacion de amistades"