Thursday, September 21, 2006

Los Requisitos

Todavia me intrigan las creencias acerca de la validez de los requisitos, aptitudes y actitudes para ejercer profesiones. Crecí con los mitos o realidades (aún no sé cuál de las dos son) de que si se era bueno en matemáticas se debía ser ingeniero o economista. A los que los atropellaba una simple suma que quebrados, y en cambio eran discutidores, peleadores, la carrera de abogado los esperaba con los brazos abiertos. Aquellos que se inclinaban por negociar puestos en las filas de kioscos, terminar álbumes de Panini, se les veía administrando empresas, y así sucesivamente, las personas iban escogiendo lo que consideran que quieren hacer con su vida a partir de unos prototipos aparentemente claros.

Yo fui uno de esos que cabía a medias en todas las categorías, y al mismo tiempo en ninguna. Terminé siendo “alzadito” y “pendenciero” para compensar el karma de ser por varios anos el bonsái de mi curso. Las matemáticas me empezaron a gustar cuando por fin pude imaginármelas, y nunca alcancé a completar un álbum con figuras del mundial de fútbol. En vez de preocuparme por pensar para qué servía en la vida, divagaba dibujando en las solapas de cuadernos imaginándome una vida como biólogo genético, astronauta y chef -actividades ejercidas al mismo tiempo-.

Divago acerca de las aptitudes y actitudes para ejercer una profesión ya que por cosas del destino he estado paseándome por universidades toda la vida buscando infructuosamente aquella en la que ofrezcan la carrera de “todero”. La imagen de estudiantes corriendo para llegar temprano a clase de siete, trasnochandose haciendo trabajos aburridos, nutriendo dia a dia la base de datos de “excusas” del mundo, se hace cada dia mas clara y me pregunto si vale la pena o no? Vale la pena perseguir esa profesion forrada en papel regalo, y escogida por unas razones completamente arbitrarias y casi al azar? Lo más cerquita que he estado de pertenecer a la profesión de “todero”, es cuando participo en tertulias con conocidos o desconocidos, quienes se vanaglorían de no haber estudiado nada y de haberse graduado (con honores y contentos) en la Universidad de la Vida. En esas conversaciones salen a relucir los ejemplos de personas que ratifican las virtudes de esa Alma Mater, la cual es gratis, sin horario de clases y que brinda permanentes programas de Educación Continua: desde cursos de catador de degustaciones y vinos en supermercados, hasta cursos avanzados de Patologia en Cocteles .

En medio de estas paradojas de la vida, me pregunto si para los que estudian Biología, Ecología o Veterinaria, es indispensable ser vegetariano? Mi posición es un tanto extremista pero creo que lógica. Asumo que el amor por los animales es algo que atrae a esas personas. ¿Cómo preservar el ecosistema, salvar a los animales , mientras estos “proyectos de profesionales” celebran pasar un examen final comiendo morcillas jugosas o una chicharronada a ritmo tambores estirados con piel de vaca?, ¿Es posible diferenciar las dos acciones?, ¿Comerse a las vaquitas mientras se buscan formas de preservar su vida?

Con esto en mente, no veo cómo un caníbal anhele querer ser médico. Quién quita que exista por ahí, y aún no haya salido del closet. ¿Me pregunto si es indispensable no fumar para querer ser médico? ¿Será que es una de las ”preguntas del millón” de los examenes de admision para ingresar a una facultad de medicina?. No concibo cómo un médico puede recomendarle a su paciente parar de fumar, y terminar la cita prendiendo un cigarrillo. Sólo te puede liberar, quien es libre.

De la misma manera, no concibo a alguien que le guste hacer dieta, que sea flaco y que quiera ser cocinero. Nunca se debe confiar en un chef que no sea gordo. La imagen de cocinero es siempre la de un bonachón, con mentalidad de “gordito”, que le guste la comida. Cabe anotar que lo uno no quita lo otro; eso no quiere decir, que los glotones seamos predestinados para ser cocineros. Se complica la cosa siempre, se llena de infinidad de grises.

Es empalagoso ponerse a digerir toda esta información que nos bombardea día a día, y las cosas en que nos enfocamos para definir qué queremos hacer con nuestra vida. ¿Cuáles serán las aptitudes para “ser un bueno para nada”? ¿Existirán ateos que estudian teologia?¿Contadores desordenados? ¿Filósofos superficiales? ¿Historiadores con mala memoria? ¿Músicos sin oído? ¿Choferes disléxicos? ¿Salvavidas con pavor al mar?. Al pensar en los prerequisitos que se nos intenta imponer para escoger nuestro camino en la vida, me atropella y me reconforta el “Canto a mí mismo” de Walt Whitman:

“Se borran el pasado y el presente, pues ya los he colmado y vaciado,
Ahora me dispongo a cumplir mi papel en el futuro.
Tú, que me escuchas allá arriba: ¿Qué tienes que decirme?
Mírame de frente mientras siento el olor de la tarde,
(Háblame con franqueza, no te oyen y sólo estaré contigo unos momentos.)
¿Que yo me contradigo?
Pues sí, me contradigo. Y, ¿qué?
(Yo soy inmenso, contengo multitudes.)”

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